jueves, 3 de mayo de 2007

Un Espía Particular


Recuerdo una caricatura de los Looney Tunes (Baby-Face Finster) donde el personaje, un hombre "hecho y derecho", por así decirlo, se disfrazaba de bebé y se metía en una cesta para entrar a una casa. Se colocaban un pañal, un tetero, un gorrito, tocaban la puerta y cuando la abrían, a llorar.
De manera que lograba engañar a la víctima, y una vez adentro lo alimentaban y le daban todos lo gustos de bebé. Claro, que luego lo descubrían cuando lo encontraban afeitandose en el baño.

Traigo a colación este artículo porque ese personaje fue "real".


Uno de los espías más prolíficos del mundo fue un hombre de solo 58 centímetros de estatura apellidado Richebourg.
Nacido en 1768 pasó sus primeros años trabajando como sirviente para una familia de Orleans, sin embargo a la edad de 21 prontamente sería reclutado por una de las facciones de la revolución francesa con el fin de convertirlo en un pasante de información al exterior. El método utilizado era para nada ortodoxo, Richebourg memorizaba el mensaje y acto seguido era rasurado y vestido como un bebe, siendo cuidadosamente tapado con una manta. Una vez disfrazado una anciana lo hacía pasar por la frontera bajo la inocente imagen de una criada paseando al hijo de sus empleadores. Con el tiempo la táctica fue variado y Richebourg a veces era dejado con su carrito al lado de oficiales del gobierno o guardias bajo la excusa de cuidarlo unos momentos mientras se iba a hacer un mandado. En ese lapso el diminuto espía trataría de captar algo de información de interés entre las charlas de los oficiales. Richebourg murió en Paris en 1858 a los 90 años de edad.

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